Cuando somos chicos crecemos muy rápido. Nuestras piernas, nuestros brazos, nuestras manos, nuestra cabeza. También nuestra mente se acelera y va absorviendo y comprendiendo todo lo que pasa a su alrededor. Somos observadores expertos y ejecutores novatos.
Después, hay un momento en que todo el crecimiento empieza a detenerse. Crecemos muy despacito. Nuestra panza, nuestros muslos, hasta nuestro pelo va retardando su crecida. Pero lo más terrible de todo es que también nuestra mente crece con lentitud.
Entonces, es cuando corremos el gran peligro de detenernos para siempre. Quedarnos inmóviles, haciendo de todo pero no haciendo nada.
Tic tac tic tac...
jueves, 4 de febrero de 2010
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