lunes, 30 de junio de 2008

Oda a tu suéter de pelotitas

Todavía siento los colores ásperos de esos meses de lana. En tu suéter de pelotitas y en tus manos llenas de hormigas negras. El suéter de cuello redondo y tus manos duras y secas viajan hasta mi piel de seis meses con un hilo finito y brilloso. El hilo de seda. El hilo de seda que hace mariposas. Mariposas que vuelan por mis ojos redondos, que se parecen a los de tu mamá.
El mismo hilo finito y brilloso de tu pelo, que sigue tan tuyo como antes y como ahora. Pelo que me pasaste, finito y brilloso.

Quiero uno de tus suéters de pelotitas, el rojo que no es naranja o el celeste que no es turquesa. Quiero jugar con las pelotitas, olerlas y rozarlas con mis dedos de juguete. Como mi trapo; dame un suéter de pelotitas para siempre, como mi trapo que ya no es trapo, como mi herencia.

La lana del suéter como el terreno de tus manos. Las pelotitas de tu suéter como las hormigas que dibujan esa superficie.

Que nunca llegue el oso hormiguero. Que nunca se vayan las pelotitas.