jueves, 18 de agosto de 2016

Ok. Maternidad

La vida en Palma de Mallorca se acelera. En las últimas semanas todo fue pasando a una gran velocidad. N corrió dos campeonatos en la isla y no hubo tiempo para sentarme y escribir. Después tuvimos la suerte de viajar... Ayer entré y vi el comentario anónimo para que escribiera sobre la maternidad. Me parece un tema interesante, sobre todo para alguien que se siente madre de dos angelitos que me esperan en el Cielo o para una tía que tiene otros dos angelitos compartiendo la espera con sus primos. Sí, suena locura, pero a veces  la vida se escapa de la "normalidad". Dos veces quedé embarazada y dos veces los perdimos, les puse nombre porque me insistieron y sé que están. Al primero lo vimos, fue impactante, su corazón latía a toda velocidad, se le veían la cabeza y el corazón, sus piernitas y bracitos. 

La maternidad es la gran oportunidad de, finalmente, olvidarse de uno mismo. La maternidad es servicio absoluto, es el momento en que uno deja de ser niño y deja de ocuparse de uno mismo para entregarse completamente a un otro, un otro que trae toda la carga de ADN y toda la sombra de una madre que, muchas veces, no tiene idea de cómo ser madre. No hay reglas ni leyes para ser una buena madre, solo es necesario tener la voluntad de PERDERSE en ese otro que acaba de nacer, que trae toda la información y la oportunidad necesarias para que finalmente esa madre CREZCA como persona.

Crecer es madurar, madurar es dejar de ser niño, de reclamar, de quejarse, de querer tener más de esto y más de lo otro... No hay lugar para dos niños cuando nace el primer bebé. Como cualquier mamífero, la madre solo se debe a su cría, la lame, la acompaña, no la abandona ni un segundo hasta que puede empezar a valerse por sus propios medios. Pero el bebé humano trae la sombra, trae aquello más profundo y más oscuro de nosotros mismos. ¿Por qué? Porque así son las cargas energéticas en los vínculos del ser humano. Si queda alguna duda miremos a nuestra pareja: ¿qué es lo que me trae de mí que me molesta? Esta es la misteriosa energía de atracción entre los amantes. Por esa razón el bebé puede causarnos cierto rechazo, tal vez al principio, tal vez más adelante, y aunque las madres no lo reconozcan, es lo normal, esa es la sombra de una, que se agiganta cuanto más desconectadas estamos de nosotras mismas.

¿Por qué nos resulta tan molesto el llanto del niño? Porque todos fuimos niños llorando y muy mal consolados, atendidos, amados. Por eso, tener un bebé, tener un hijo, significa que la vida se abre para AMAR, amar con todas las letras: olvidarse de uno y entregarse por entero al otro. Olvidarse de nuestras necesidades, animarse a ver que nuestra madre no es perfecta y que no nos amó o "atendió" o miró como lo hubiéramos necesitado. Si el bebé llora, el bebé necesita que lo abracen, que lo amamanten, que lo miren. Tapar esos síntomas a cualquier edad (un niño es "bebé" hasta que puede valerse por sí mismo según cada etapa), es NO AMAR. Dejarlo dormir solo hasta que se calle, dejarlo llorar hasta que se canse, es perderse la oportunidad de amar, es seguir centrado en la comodidad de uno mismo sin poder ponerse -todavía- en los zapatos del otro que nos necesita. 

La alimentación es una forma de amar. Lo primero que pierde el ser humano al nacer es la placenta, su primera fuente de nutrición, y allí está el primer duelo, la primera pérdida. El niño nace con esa sensación de tristeza pero enseguida (si la madre ya se estuvo preparando para ser madre, investigando todas las opciones de partos, conectándose con sus emociones y dejando de lado todas las leyes absurdas de los médicos ignorantes, reconociendo sus dificultades y "falencias", su pasado muchas veces desconsolador y así todo es capaz de abrazarlo), enseguida se encuentra con el pecho materno caliente, con su leche caliente y la pérdida es reemplazada por ese lazo directo con la madre que ya se ha entregado  a su cría, como una verdadera loba. El niño no se siente anexo a la madre, se siente parte de ella y la distancia física es muy dolorosa, necesita el cuerpo, el olor, el aliento, la voz de la mamá, por eso si hay distancia física y emocional llora, porque le es imprescindible y vital para todo su crecimiento, para formarse como ser amado, sano físico y emocionalmente.

Cuando mi hermana ya no sabía cómo dejar de amamantar a su hija de dos años sin generar un trauma en ella, lo primero que hizo fue hablarle de la placenta, de ese primer motor de nutrición y de cómo ella, su hija, había tenido que dejarla de lado para nacer. Mi sobrina con solo dos años entendió enseguida, y no tuvo ningún problema en dejar la teta. Los bebés entienden todo desde que están en la panza, no entienden como nosotros con palabras ordenadas, sino que entienden con la emoción, de manera mucho más fuerte y directa de lo que entendemos nosotros adultos ya adulterados. Por eso, ser madre es brindarse con la palabra cariñosa desde el primer momento, de manera que en el bebé las emociones se empiecen a ordenar como ideas (todavía no entiendo las parejas embarazadas del segundo hijo que no le quieren decir a su primer hijo para no traumarlo... el niño ya lo sabe y está esperando que lo hablen con él!).


Se podría escribir tanto sobre todo esto y hay alguien que ya lo hizo, a quien yo leí mucho y participé de su escuela. Se llama Laura Gutman, y a ella le debo el cambio radical en mi pensamiento, en realidad no cambio, sino la apertura de mente y el hecho de poder CONOCER, INFORMARME, CRECER. Mi mamá me crió con un libro escrito por el "demonio", que se llamaba "Duérmete niño", que alienta a la madre a seguir por su camino cómodo que le brinda la sociedad, la alienta a la desconexión con su hijo. Sé que hay gente que lo sigue leyendo, si lo tuviera en mi poder, lo leería solo para hacer todo lo contrario, y después lo quemaría.