jueves, 6 de junio de 2013

¿Y dónde está la Luna?

"Luna llena en Aries"


El lunes pasado, en mi clase de Astrología, aprendimos el paradigma de los polos “Capricornio/Cáncer”, más puntualmente ahondamos sobre “Saturno/Luna”, los “planetas” regentes de estos dos signos. Y todo giraba en mi cabeza y en mi corazón, tratando de entender con la mente y con el alma lo que eso significaba en mi vida. Estructura externa, estructura interna. Frío, calor. Dureza, blandura. No hay lo uno sin lo otro. Y uno siempre es una parte, y proyecta la otra. A veces juega un rol, a veces el otro; pero siempre quedamos polarizados en alguno de los dos lados.

Expliqué mi punto de vista al profesor, diciendo que en la realidad esta dupla estaba desequilibrada, porque en esta sociedad y cultura patriarcales, Saturno –Capricornio, el padre– es el fuerte, el que se hace más presente, el que “aprueba” o “desaprueba” sobre la Luna, sin considerarla, sin enaltecerla, sin comprenderla. Y que incluso la Luna, por más “blanda” que sea, sino se “saturniza” está frita, porque si quiere ser parte de esta cultura, si quiere ser aceptada, tiene que sacarse su traje de agua y ponerse detrás de una pared dura y alta.

Si una mujer llora, si una mujer pide, si un chico quiere teta, si una mamá da teta, si un bebé llora, si la sensibilidad y el agua se escapan por algún lugar… ¿Qué pasa? En el contexto en el que me muevo, veo a la mayoría parado sobre la vereda de Saturno, queriéndole escapar al calor Lunar, como si fuera un lugar infantil, mal visto, desvalorado. En el mundo donde me muevo la gente está congelada, la gente pone toda su energía en “hacerlascosasbien” sin dejarle lugar a lo que el alma tiene para decir, para pedir, para enseñar.

Y ahí se pierde el vínculo.

Saturno está tan concentrado en no salir de la estructura, en no abrirle un poquito, solo un poquito, la puerta al dolor, al amor, a la ternura.

La Luna está tan disfrazada en parecer Saturno para no ser juzgada, para no sentir dolor, no correr el riesgo de no recibir amor… Que no hay lugar para el vínculo, ese punto donde Saturno y Luna se miran a los ojos y se abrazan, se tocan, se huelen. Donde la Luna, se deshace en un río caliente de ternura para derretir al Saturno de acero. No hay lugar para sentir.

Pienso que hoy, en la sociedad en la que vivimos, derretirnos por un tiempo no estaría mal. Como en Ensayo para la ceguera, si nos volviéramos tan solo un poco ciegos a tanta estructura de deber ser y corrección, y nos soltáramos al encanto de la blandura y del contacto, podríamos encontrar una manera distinta de ser… Tal vez estaríamos más tristes, pero en esa tristeza, más encontrados con nosotros mismos, con nuestras necesidades, con nuestra esencia, y con la del otro.

Entonces recién en ese momento, saldría a la luz el verdadero vínculo, el verdadero amor, la verdadera identidad. Es verdad que no hay Luna sin Saturno, pero también es cierto que no hay Saturno sin Luna. ¿Y dónde está la Luna?