martes, 8 de septiembre de 2009

medrosa

Me hiciste castillitos de arena
con una cucharita de helado
saliste corriendo adonde las olas eran espumosas
y me miraste con cara de "miedosa",
entonces con mis dos manitos
hice rápido una pared de caracoles
alrededor de tus castillos
y caminé con pasos de pichón
hasta esa ola inmensa
que mojó mis rodillas y me tiró al suelo.
Me agarraste fuerte
y se me fueron las ganas de llorar.
Disimulé muy bien con mis risas
y te di la espalda de vergüenza.
Acariciaste mi pelo despacito
y me pusiste un sobrenombre
que para todos estaba en inglés.
Para mí era solamente nuestro idioma
que decía "no me dejes".

l u n a d e s a n p a b l o

La luna está naranja
y me rodea con palabras.
La luna está estrellada
y deja caer su polvo sobre mí.
La luna está cerca
y me dice que no puedo tocarla.
La extraño porque sé que es mía.
La extraño porque sé que la perdí.
La extraño porque está lejos
y me dice que no puedo tocarla.
Amo a quien nombra la luna,
luna de San Pablo
luna de té.

n a v e g a r e n I l h a b e l a

Playa de colores, con casitas en el mar
tortugas y ballenas mudándose.
Un pescador me saluda desde su balsa.
No tiene ganas de pescar.
Prende su red a los remos
y se tira sobre la cubierta para ver las velas.
El sol no respira a esta hora
las luciérnagas duermen bien lejos
y las gaviotas son mis peces en el aire.
Me alejo sin quererlo en busca del viento
que hace salir puntitos de sal en mi piel.
El frío golpea mi ropa mojada
pero no quiero sentirlo cerca.
El frío es la muerte sujeta con un hilo
a punto de escapar.
Las nubes respiran sobre mi cabeza
y mis pies en el agua me dejan dormida
el tiempo está lejos, detenido en la arena
y yo sueño con tu sombra abrazando mis hombros.
Tus labios rozan apenas mi nuca
y me hablan de la gravedad de tu voz.
Aliento tibio apoyado en mi cuello
que me dice "quedate".
Entonces no despierto.
Y la luna me alcanza.
Pálida vuelo por el camino del sol
hacia las casitas de colores, que descansan
en el mar de Ilhabela.