viernes, 22 de enero de 2010

camino a solanas

ok. les escribo. Camino a Portezuelo, desde la punta de Punta del Este. Desde un micro gastado, empañado por la arena pero con wi-fi. Desorganizado de "yo tengo ese asiento", de "mi boleto es sin número y llegué antes", desde mi butaca acolchonada me alejo de las almejas y los mejillones, de las velas, los lobos marinos y tantos amigos cansados, con olor a sal que van llegando con caras cansadas y pantalones rotos por las regatas sin viento y por otro día más de lucha. "Tengo un herpes en el labio de abajo", "no quiero más", "nos fue para el ort...", en fin. Los recibo desde la marina, los veo bajar con el último esfuerzo que les queda, entregados a las mesas en algún restorán cercano para entrarle a las alemejas y a los mejillones. Yo me alejo de ellos, y me alejo de elnegro, que se quedó para cerrar un campeonato lleno de logros y premios. El otro día cuando estaba sola en casa, a punto de meterme en la cama, se me metió un grillo. Después Zeppelín me dijo que seguro que era una langosta. "Pero la oí cantar en el balcón", después me sorprendió que aterrizara en la luz de la mesita de mi lado de la cama. Verde, larga, osada e irreverente. Me entró pánico de golpe, mis manos me transpiraban y no sabía cómo sacarla ni con quién compartir ese momento. Elnegro ya estaba en algún punto de las aguas uruguayas, llegando con el superLola a la meta. Yo, enfrentada a un grillo simpático pero extraño para el contexto de mi noche en soledad. Cara a cara, lo empujé hasta el escurridor de los cubiertos. Un cilindro metálico con agujeritos. Lo tapé. Pude sentir sus patitas saliendo de cada agujero y corrí hasta la ventana del lavadero para que volara (¿vuelan los grillos?). Yo hice lo que pude. Después abrí el diccionario de los símbolos y lo leí. Según los chinos un grillo dentro de casa es larga dicha. Y acá estoy. Con dicha y desdichada. Porque estoy tan cerca y porque estoy tan lejos. Empieza 2010 y se me viene el 3 a la cabeza. El 3 de la perfección, de lo pleno. El 3 de de 2+0+1+0 igual a 3. Y mi número es el 13, y nací un 5, un número más perfecto todavía. Yo sigo hecha de pedacitos que se amalgaman. Rota, quebrada y vuelta a armar. Ayer me pasó algo extraordinario. Lo saludé a Carlos. A Carlos Páez Vilaró. Un amor de otra vida. Y me sentí como ofrenta en un sacrificio, con el sol de testigo y la luna naranja, cada vez más cerca, hasta que desapareció en las sombras de Piriápolis. Mientras Elnegro se desmayaba entre mis brazos y mi sueño me iba anunciando otras vidas lejanas.

sábado, 9 de enero de 2010

Malentendido y sexomnio

Café con leche, con un poco de azúcar. No, cortado no. Sí, te entiendo, pero necesito algo bien largo, que dure. No, tampoco la pavada. Café con leche está perfecto. ¡Tch! Que el de al lado se acaba de escapar. Me di cuenta porque cerró la puerta despacito para que la gorda de su mujer no lo escuchara y bajó por las escaleras. No se animó a tomar el ascensor. No, ni idea. Tal vez está sonámbulo y su inconsciente lo lleva a “frecuentar a otras mujeres sin que se dé cuenta”. ¡Claro que existe! Justo anoche lo leí en Internet. Se llama Sexomnio. Una mujer de Estados Unidos lo padecía (obvio, de qué otro país iba a ser) y su marido se dio cuenta porque después de aparecer con condones en la cama, una noche la siguió. ¡Y ahí ella juró que no lo sabía! Pero no sé si mi vecino pelado pretende hacer una cosa así. Acá ya son las 2.31 de la mañana y yo tengo insomnio. En realidad me llamó Elrubio para hablar con Elnegro. Y yo me preocupé, porque Elrubio está de vacaciones en Uruguay y pensé que había pasado algo. Alguna tragedia, qué se yo. La primera llamada fue para que saltara de la cama y buscara mi celular, no llegué a atenderlo porque estaba en el fondo de mi cartera, en el living. Y después, mientras le escribía un mensaje de texto para preguntarle si había pasado algo (capaz me había llamado sin querer, suelen pasar esas cosas cuando tu nombre empieza con “A”), me volvió a llamar. Yo estaba al lado de Elnegro y me dio cosa despertarlo porque mañana a las 5.30 tiene que estar arriba para correr un maratón. Entonces le hablé bajito. Y justo cuando le digo “Elnegro está durmiendo” y justo cuando le iba a decir “querés que lo despierte”, Elnegro se despertó y malhumorado me dijo “Estoy despierto”, como pensando que no se lo quería pasar… Sé que se enojó porque después de cortar, ir al baño y volver no me dirigió la palabra. Con miedo le pregunté qué le había dicho Elrubio. Y me contestó muy seco “llamaba para saludar”. Entonces me apreté el cachete con las muelas de atrás de todo, me di cuenta de que Elnegro estaba enojado, y me vine acá. A pedir un café con leche. Pero ahora también quiero un submarino, y tráigame unos hielos. Sí, aparte. (Porque cuando termine de derretirse la barrita de chocolate le voy a poner hielo para tomarlo helado). No, la temperatura no baja. Ya son 2 y 38. Y pienso en una 38. ¿Habré disparado a alguien en otra vida? Acá la gente se muere como pajaritos de verano intenso, que caen de los árboles como bellotas maduras. Los chinos sobre todo, hay ola de chinos muertos y me parece una tragedia. Tal vez porque la china del mercadito de casa es rara, y me cae bien. No, muy bien no, porque un día que entré indecisa y salí sin comprar nada me obligó a mostrarle la cartera. Entonces no volví como por tres semanas. Hasta que mi necesidad le ganó a mi orgullo e hice borrón y cuenta nueva. Entonces entré con una sonrisa de oreja a oreja y la volví a saludar. Casi cuando pagué la consideré mi amiga y desde entonces me cae bien. Pura fuerza de voluntad y falso optimismo. El mismo falso optimismo que me obliga a desatar Elnegro cada vez que digo un comentario negativo. Él lo llama “juego”, para mí es un abuso de poder. Pero qué le voy a hacer, si lo hace feliz… Las reglas son así: cada vez que se me escapa un comentario negativo enseguida tengo que decir tres positivos. Me di cuenta de que digo solo cosas malas. Y que las digo con placer. Yo le digo que no es pesimismo sino realismo puro. Tal vez tenga que empezar a ver las cosas con un poco más de realismo mágico. Sí, como si tuviera los ojos de García Márquez pero sin la mirada de los Aurelianos Buendía, rebeldes. No tengo que ser rebelde. Tengo que ser positiva. Qué tarea más difícil. Un poco de Zoloft encima me ayudaría. Pero cierto que ahora soy naturista. Y las cosas tienen que seguir su flujo natural. Quiero pintar, aunque la astróloga me haya dicho que tengo que escribir, escribir y escribir. Tengo un par de imágenes en mi cabeza que necesito pintar pero desconozco las técnicas. Ni siquiera estoy segura de qué es el óleo. Pero me da pánico anotarme en un curso de pintura… Le tengo un poco de fobia a la gente reunidaengrupo.
Ya son y 49. Voy a intentar volver a la cama. ¿El submarino? Exquisito. Ahora espero mantenerme sumergida en el sueño del olvido. La vida es sueño y el señor que me atendió en la pinturería para comprar Alba latex blanco mate se llamaba Calderón. Espero que Elnegro no me haya malinterpretado.