sábado, 20 de septiembre de 2008

Mi propio cortázar.

El viento hizo que me zambullera en ese espacio acuático de agua de bronce... Y tus manos en mi cintura, como las de un santo salvándome del Purgatorio. Instantes en mi memoria que se multiplican en el tiempo para siempre. Conexiones perfectas, litúrgicas... Y en tu ateísmo te sigo viendo tan santo, en tu mirada gastada de años andados, en tu piel de sol, de arena y de mardelcaribe. Te sigo viendo cuando ecribo y ya no escribo tanto. Y después la noche lluviosa, "garciamarquecina" -como en los tiempos del cólera-. Inundadas las calles y mi alma cuando nos encontramos. Impensable, invivido, inirrepetible, inside... Gracias a mi cortázar.