martes, 13 de septiembre de 2011

En Cachi

Estoy en un lugar que sé que alguna vez me imaginé, pero no me animé a recordar. En uno de los vértices de Cachi, a lo alto, un lugar nos esperaba: La merced del Alto. Patrón Costas lo compró para que uno de sus hijos lo administrara, así me lo contó la masajista, que me atendióen una casa de piedras y adobe, con más de cien años. "Era la propiedad de la gente de estos terrenos, el dueño los compró junto con la casa, y fue lo primero que quiso derribar antes de construir el hotel. Pero su mujer tuvo una idea mejor, restaurarla para hacer el spa", me contó orgullosa Estela Maris, la masajista oriunda de Zárate que se vino para el norte junto con su marido y sus dos hijos, cansados de tanto robo. "Acá ya me gané a la gente, pero al principio trataba de no decirles que era de Buenos Aires", me confesó. Es que no debe ser fácil: hoy mi criterio se divide entre la historia de independencia que comienza en la Casa de Tucumán y la represión a los indios quilmes y calchaquíes. Ellos no cuentan con una casita de independencia, ni con el orgullo de haberse liberado de la opresión conquistadora. En la Merced del Alto, las dos culturas se unen en la arquitectura: el hotel construido hace apenas cuatro años marca un estilo colonial puro y respetuoso; vestido con la decoración indígena se encuentra frente a esa casita centenaria de piedras sabias y restauradas. Pero la conquista continúa, todo el personal son hijos de los primeros habitantes de estas tierras, con su modo llano pero sus miradas oscuras y profundas, nos atienden como si fuéramos sus reyes. Algo sigue sin funcionar. Pero desgraciadamente acá me hallo, donde no tengo que fingir que vengo de Buenos Aires, pero contesto con una sonrisa, pregunto por sus familias y por su origen, y trato de disculparme con mi existencia débil y temprana. Y no dejo de pensar que ojalá algún día pueda ser yo la que los sirva, en sus tronos de piedra, con sus vestidos de colores y sus abrigos de piel de llama. Anoche comí por primera vez carne de llama, y me acordé de darle las gracias a la Pachamama.
Si son de Buenos Aires no dejen de visitar este hotel, el mejor que visité en mi vida hasta ahora, porque no compite en la escala del lujo, sino que tiene personalidad propia, es nuestro, es conquistador, es inmigrante, es de acá, de Cachi.
Ahora hacia Salta, a visitar las momias y a recorrer el cielo con el tren de las nubes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo se llama el hotel?
Gracias!

Angie Galli dijo...

Se llama La merced del alto. Queda camino al cementerio. Si es noche abierta, se puede disfrutar el cielo estrellado en un baño caliente al aire libre. Pero ojo, no es para disfrutar por el placer mismo de acceder a ese lujo, sino para animarse a sentir la nada de nuestra existencia, ante la experiencia de la naturaleza omnipotente y arrodillarse ante ella con el alma para darle gracias.

Anónimo dijo...

Hola Angie. Me interesa lo que contás. Estoy viajando al norte en enero. ¿Este lugar está cerca de la terminal? ¿Es económico?
Slds y gracias

Angie Galli dijo...

Podés googlearlo y hacer todas las preguntas directamente en el hotel. No sé si está cerca de la terminal porque fui en auto y los precios no son supereconómicos pero tampoco taaaaan caros.
Saludos