domingo, 13 de diciembre de 2009

Coturnos de papel (no lo leas)

Me siento un terrible mamarracho, fracaso omnipotente, avasallante, como olas de estéticas patéticas de surrealismo, naturalismo y morbosismo. Apoyada sobre mis coturnos de papel, frunciendo mi boca fucsia despintada, lloro como el mimo más triste. La pantomima más triste. Me hundo entre las tristezas de Nemoroso y Albanio, y aunque pienso en el odioso Werther no puedo dejar de sumergirme en las terribles bucólicas y los pastores despechados. Esto es triste, así que no lo leas.

Me desarmo entre tus llamados a distancia, ya inútiles. Tengo mi valija armada pero todavía no puedo trazar el mapa de mi partida. Estoy tan cerca pero a la vez tan lejos. Quisiera yo también ver mi cara en las aguas de ese río. Pero mi río es el Jordán, donde tomé conciencia de mis gustos, de mis caminos. Ahora el río ya está seco. Por mi culpa. El río es como el mar Muerto del cual he rehusado.

Ahora tengo que volver a mi estudio. A mi égloga tercera, a mis dianas y gongorismos. ¿Dónde está mi Severo? ¡Boecio! El único que llega con sus pasos secos es Caronte, que me lleva por el Leteo.

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