domingo, 16 de agosto de 2009

Frida y Tina. Parte I.

Frida y Tina. Dos hermanas. Frida de día y Tina de noche.
-¿A dónde se fue papá? -Pregunta Tina.
-Ya sabés. -Contesta Frida.
-No lo sé.
-Sí lo sabés.
-Ok, pero quiero que lo digas vos, quiero que salga de tu boca.
-Está bien. Pero te repito, no soy Casandra. Papá se murió. Papá se fue.
-¡Ya lo sé! Pero te vuelvo a preguntar, ¿a dónde?
-¿Y cómo voy a saberlo?
-...
-Cuando era chiquita estaba convencida de que se iba al cielo, donde una casita con forma de hongo gigante lo esperaba. Adentro, todas sus cosas favoritas multiplicadas por mil.
-¡Mil ciento!
-Herramientas y cosas para arreglar. Autos, renaults, peugeots; con tres asientos para llevar a todo el mundo. Cigarrillos que no lastiman y barcos... Pero ya no pienso lo mismo. Es absurdo y aburrido, lo mismo por siempre, una y mil veces. Ahora no lo sé. Me niego a pensar que se fue para siempre de la existencia, que se esfumó "pum" y no está más en ningún lado. Antes que eso, espero pensar que volvió a nacer...
-Pero eso es terrible, entonces ya no se acordaría de nosotras.
-¿Y nosotras nos vamos a acordar de él?
-Siempre. ¿Acaso vos te olvidarías?
-No, aunque quisiera. Para no extrañarlo.
-No te preocupes Frida, acá estoy yo. Yo te tengo.
-Lo sé, pero eso no puede ser así para siempre.
-Claro que sí. Para eso vivo, para eso estoy. Yo te tengo, yo te cuido, yo te canto. Yo soy tu luna, yo soy tu baile.
-Eso no puede ser así para siempre.
-Entonces, ¿me vas a matar? ¡Frida no me podés matar!
-Ya lo sé. No voy a matarte. Eso sería como un suicidio y yo tampoco quiero morir.

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