viernes, 21 de agosto de 2009

Frida y Tina. Parte II.

Soy muy fuerte, mucho más que Frida. Ella lo sabe, pero no me lo dice. Sigue haciendo de cuenta que ella es la dominante. Parte de mi seguridad tiene que ver con eso, quedarme agazapada, en la retaguardia, observándolo todo, observándola a ella, sus movimientos. 
Lentamente empiezo a sentir orgullo de Frida. No es tan frágil como antes, sigue pensando... Pensando hasta que se fugue definitivamente el delirio de que es poca cosa.
Yo en el fondo sé quiénes son poca cosa. Pero no se lo quiero decir a Frida. Es algo que tiene que descubrir por su cuenta, sino no sirve de nada.

"Contestale Frida", le digo a veces.
Y ella por debajo me aprieta la mano fuerte y me pide que me controle.

A ella le sobra el control, ojalá pudiera yo controlarme un poco, aunque para qué... Si ella lo hace muy bien por las dos, o casi muy bien...

Cuando vamos a lo de tía Ánfora se calla, fuma en el balcón y juega a que se duerme. Yo hablo sin parar, pero enseguida quiero volver a casa... Porque me canso muy fácil. Eso no nos pasa con mamá, muy pocas a veces, aunque últimamente Frida se enoja y quiere salir corriendo. Ahí es cuando yo la freno, la convenzo y la domino. "Quedate", "no podés irte a ningún lado", "fuiste vos las que decidiste irnos para siempre de acá, ahora me toca un poco a mí quedarnos".
Entonces vamos a la cocina y nos preparamos un té verde con jazmín. Pero cuando logra irse la persigo hasta que siente rabia... Rabia de haberse ido.

No hay comentarios: