miércoles, 25 de noviembre de 2009

Tengo un muerto en la heladera! HELP!


Soy una tonta. Pero no puedo evitarlo. Trato de pensar en mi abuela Beba, ¡ella lo hizo mil veces! Pero yo no estoy lista todavía, si al menos la vendedora me lo hubiera avisado… Tengo un pollo entero sobre la mesa, está en la misma posición en que nacen los bebés cuando los sacan de sus conchas, pero este no tiene cabeza. Lloro mientras escribo esto.
Traté de no detener mi mirada en sus uñitas largas. Agarré el cuchillo y empecé a hacer malabares para separar las partes (pechuga, pata, muslo, ¡alitas!). Hasta llegué a pensar “¡qué delicia!”. Como la cosa parecía más difícil de lo que pensé la llamé a mamá. Si hubiera estado viva Beba la llamaba a ella, aunque no dejé de invocarla en mi misión.
Cuando me atiende apurada (“estoy con mil cosas, otra vez me llamás”) voy caminando con el inalámbrico hasta la cocina y de golpe lo veo. Con su posición de feto naciendo y sus patitas pegadas (sus patas están abiertas como un pollo), descubro la “palma” de sus “manos”. ¡Incluso tiene falanges en los dedos! ¡Tiene miles de falanges ma! No puedo, no puedo.
Ante mi capricho infantil mamá me cortó el teléfono. “Maldita cocina macrobiótica”, pensé. Maldito circuito de alimentación. ¿Cómo puedo comerme esto? Parece un aborto. Y pensé en todos los chicos que quedan abandonados en los basurales o en bolsas de consorcio por las calles modorras de los pueblos enterrados en la miseria. No puedo lidiar con esto. El Negro me dice por skype que no sea freak, que es un pollo… ¡Pero él todavía no lo vio! Igual le pedí que si es tan hombre que puede controlar las emociones entonces hoy a la noche que se agarre el cuchillo y se enfrente a este pobre bicho. Que alguna vez tuvo mamá, seguramente tenía hermanitos, y que alguna vez pensó que la naturaleza era maravillosa…
Volví de la compu con un poco más de fuerza. Otra vez intenté lo imposible y empecé a cortar una de las patitas para ver si podía arrancar esa sensibilidad de mi próximo alimento. Fue peor. ¡Empezó a sangrar! Con mi estómago revuelto empecé a soltar las lágrimas de la sensibilidad absurda (aunque en mí tienen un sentido) volví a meter la bolsita con las vísceras en el hueco enmarcado por costillas y esternón y envolví otra vez al pollo en el plástico.
Ahora estoy sola en casa, con un muerto en la heladera. Aunque esté triste, todavía siento cierta paz en sentir que a veces el mundo sigue sin entenderme… Esto me hace darme cuenta de que sigo por el camino de los pensamientos correctos.
Beba debe estar detrás de mí tratando de querer decirme algo. Pero claro, no la escucho.

3 comentarios:

Sushimaik dijo...

Anyuland... Dividilo en 2.. que te queden las patas y los muslos por un lado y armazon con pechugas y alas por el otro...
Es facil, primero lo quebras a lo mitad y después cortas con la cuchilla.. Morrón, cebolla, patas y al horno...

cecilia galli dijo...

auch! qué pasó al final? llevalo a una parila a que te lo cocinen!! o vení a casa a buscar el sombrero: es una cosa de cerámica donde metés el pollo entero. queda delicioso!

Angie Galli dijo...

Acepto todas las sugerencias! Y gracias, lástima que las leí tarde! :( El Negro con su habilidad de carnicero con cabos y cuchillos importados me demenuzó al pobre pollito... Quedó mucho peso afuera! La próxima lo hago enterito nomás!