martes, 21 de junio de 2011

Ayulina, la inmemoriosa (así soy más feliz).

Esto es para vos Campanita, prolongando la charla en el ascensor de Maipú...

¿Cómo que evasión real? -¡Sí! Es real porque generalmente cuando uno evade no lo hace consciente. Yo lo llevo a la palabra, ¿no ves cómo nos mira el gordo del ascensor? (Y digo en voz alta como para que me mire): "Mejor que lo reconozca ahora, en vez de hacerme la boluda y 'cruzar mal' la calle y que me pise un colectivo, como esos que vienen de Retiro y doblan por Suipacha)".
Después me quedo pensando, ¿a qué me refería con "evasión real"? -¡Ah! ¡Sí! Que no me acuerdo de nada, últimamente la memoria me está haciendo jugar malas pasadas, pero en realidad es porque yo no me quiero acordar, al menos de las cosas que me pasan cada día apenas atrás... ¿Se entiende?
-Mmmmmm. No. (Risas, de tu parte; porque yo me enfado un poco).
-Claro, que por hacer tantos esfuerzos en recordar las cosas más antiguas, por ejemplo cómo vivíamos, qué vestíamos, comíamos, con quiénes estábamos, si éramos varones o mujeres, de quiénes nos habíamos enamorado, a qué padres habíamos elegido, de qué habíamos muerto... Empecé a olvidar las cosas de hace poco, que si hice copypaste y después borré, o printscreen y realmente imprimí, que el archivo que adjunté es el viejo, en cuál PC, en mi casa, en cuál oficina (trabajo en dos, y media...), aaaaaaaaa. Cualquier médico pedorro diría que es estrés. Vos y yo sabemos que los que preferimos, los (h)omm-eópatas, nos darían otros secretos milenarios para curarnos, en vez de rivotril. Más que alguno me mandaría a leer de adelante para atrás y de atrás para adelante a Funes, el memorioso. Y vos y yo sabemos que aquellas "truequeñelas", aquellos ritos de Chrome por la mañana, esos de los que yo soy adicta y vos odiás, pueden jugar en mi contra, y que tal vez sean la causa de mi problema.
¡Ah! En el ascensor te dije que tal vez era alzaimer (no me acuerdo cómo se escribe) y vos te reíste, pero casi como dándome la razón, Campanita. Y eso me puso feliz. Después fui a Cosmopolitan, me reí con mis amigas,le dije a Lu felizcumpleaños y agradecí delante de ella al Facebook por recordármelo (finalmente aprendí a usarlo): en ese momento tuve dos horas de lucidez. Hasta que llegué a casa y Minegro me esperaba con moñitos y quesorallado (sisí, bien MCrobiótico, hoy prometo que cocino arrozyamaní) y yo llevé Pepsi ("¿qué te dio por comprar Pepsi últimamente? ¿Es porque sos de Boca? -¡No sé! Para cambiar... O realmente me olvidé), y compré rhodesias, y trabajé un poquito más desde casa. ¿Me hago cavado definitivo? ¿Y si los láseres me dejan secuelas por adentro y nadie las descubre hasta dentro de veinte años? ¡Nunca me gustaron las espadas de StarWars! Pero hay una buena oferta en Grupoff... Bueno, mañana después de que se venza la oferta lo pienso. Igual todo sigue siendo banal, menos nuestra conversación en el ascensor... ¿Sobre qué era?

1 comentario:

diego gimenez dijo...

hacete el cavado pero que no te llegue al cerebro ;)