lunes, 18 de julio de 2011

Destino perverso


Estoy estática como una nube de hielo. Fría como témpano austral. Agria como nuez de cuatro navidades. Sin embargo estoy estáticamente tranquila. En mis nervios intento quedarme quieta. Estar en silencio.

Las cosas pasan por mis costados sin que yo las llame, sin que las espere. Me traspasan punzantes, desafiándome a ver si ahora puedo atravesar este momento. No hay casualidad sino destino. Y el destino está actuando visiblemente, sin dar vueltas, sin ser suave, sin pedir nada a cambio, sin querer negociar. El destino está siendo potente: con la misma fuerza de Neptuno me demuestra en oleadas salvajes que al final no soy tan poderosa, que después de todo no soy más que un pequeño eslabón en esta cadena de vínculos y movimientos.

El dinero no vale nada. La comida no es tan importante. La vestimenta es absurda.

En este momento una sola cosa me salva. Y aunque suene cursi y dantesco, esa cosa se llama amor.

El amor es como la palma de una mano arrugada que me sostiene, donde me ovillo para no caer tan profundo. Donde mis lágrimas se convierten en ríos que circulan por los causes de las líneas marcadas.

Amor es lo que me aleja del rencor y la incomprensión. Amor es lo que me salva de la muerte. Amor es tu presencia cuando estás ausente. Amor es mi presencia cuando estoy ausente. Amor es la energía que viaja a tu encuentro, buscando alimentar cada una de tus venas, buscando bombear tu corazón débil. Amor es pedirte que ya no me des más. Amor es invitarte a reír y disfrutar. Amor es mi abrazo para que estés tranquilo. Amor son mis pensamientos para que sigas vivo.

No hay comentarios: