domingo, 10 de julio de 2011

un mal día. O un día milagroso.


La vida se acaba y hoy fue un mal día. Desde el principio, desde que papá llamó para pasarme a buscar y llevarme al centro para votar, total busco a tus otras hermanas. Desde que me volvió a llamar para decirme a mariana le quedan tres horas para arreglarse entonces mejor dejá, me voy sola. Desde que me volvió a llamar para avisarme que al final se iba a navegar solo que si no me importaba que yo me arreglara. Claro que no me importa, claro que no hace falta que hagas otra vez el city tour, claro que me alegro de que vayas a navegar (habrá querido que fuera con él? No, me tendría que haber preguntado, estoy cansada de leerle los pensamientos y deseos a los demás).
Fue un mal día desde que esperé el tren bajo un sol extrañamente amable para julio. Desde que llegué a la mesa 696 para votar y no había nadie en la cola, desde que llegué a charcas y había chipás, scons y brownies para la hora del té. Desde que aproveché para lustrarme los borcegos que desde que me los compré nunca los lustré. Desde que volví a la cocina para sentarme mientras mamá cocinaba. Desde que sonó el teléfono y mamá atendió. Desde que se agarró el pecho y con una voz seca y a la vez melosa dijo chiquita no me digas, ay no me digas, ay no. Desde que la miré y le dije mamá hablá, mamá-ha-blá. Tu papá está en el hospital.
La puta madre. Golpeé contra la mesa llena de harina. Mamá cortó y dijo me voy al hospital. Yo la llamé a mariana la médica otra vez para que me contara. Mientras me ponía la campera para seguirla. Con ella y pedro nos tomamos un taxi. Era meriva. Y nos bajamos en las heras. Rafa y bel ya estaban ahí. Lo vi a papá de lejos. Tuvo un infarto. Conciente me miró muerto de miedo. Se lo llevan en ambulancia hasta saavedra. Con sus ojitos grises como los míos me miró muerto de miedo y con dolor. Yo salí al pasillo para que no me viera llorar. En caravana nos fuimos todos a saavedra. Con pedro la pasamos a buscar a cecilia y llegamos al principio de la operación. Mamá aflojó y se animó a llorar. Rafa la abrazó. Después de dos horas y media salió el cirujano, nos dijo fue un infarto grave pero todo salió bien. Quedan veinticuatro horas de espera, dos stends (o como se escriba) en las arterias y un catéter en la pierna derecha por si hay que volver a intervenir. Nunca perdió la conciencia. Papá es flaco, ya tuvo un acv hace casi diez años, pero fuma. Ya no fuma. Lo volví a ver cuando nos dejaron a todos entrar a la unidad coronaria. Pueden hasta cuatro. Entramos de a poco, todos. Papá sonrió, a cada uno. Ya no tenía miedo. Después de compartir el milagro de cómo había terminado todo volvimos cada uno a su casa. Rafa me trajo en su auto, con bel, ceci, eli y didi. Didí lloraba porque quería quedarse a dormir conmigo. Yo llegué y lloré porque esa tarde casi lo pierdo al viejo.

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