martes, 17 de mayo de 2016

Je ne quitte pas




Te levantó una mujer grande de la calle, coleccionista de animales en su casa de Florida. Pensaba que eras hembra y te puso una cinta rosa, te metió en una jaula para que no te perdieras por sus rincones y te alimentó con un poquito de cada cosa. Dijo que en el baldío de la casona abandonada tus hermanos más grandes te atacaban y no te dejaban comer. Y un día nos conocimos, tenías orejas como satélites; y tus manitos blancas, como botas-pompones de tu vestido gris a rayas, anunciaban que ibas a crecer mucho. Te quise desde el primer momento, te veía asustado y solo quería tenerte entre mis brazos. Y finalmente el día llegó, y te trajimos a casa en una caja de zapatos, con tu cintita y tu mantita rosa. Te bauticé Tushpá. Como te escondías por todos lados como queriendo escapar, puse almohadones que te obligaron a quedarte cerquita de mí. N. salió a correr y nos quedamos solos. Vos y yo. Yo y vos. Te diste cuenta. Y bailaste todo por encima de mí, me reconociste como tu mamá. Me elegiste en ese momento mientras maullabas y ronroneabas. Y yo no entendía pero entendía. Y me puse tan contenta. Esa noche dormiste cerquita de mi cara y si yo me daba vuelta vos volvías adonde estaban mi boca y mi nariz. Querías respirar conmigo y yo no quería salir a trabajar. Quería quedarme con vos esperando la luna de la noche siguiente. Cada vez que volvía me esperabas en la ventana. N. sabía que estaba llegando porque vos te activabas. Y me maullabas desde el tercer piso. Y así cada día fue un día nuevo. Nos fuimos conociendo y aceptamos nuestras diferencias y nos seguimos queriendo. Lloramos los dos cuando te castraron, y sufrí tu desesperación cuando nos mudamos. Pero la casa era más grande y te busqué un lugar verde. Y vos conociste nuevos territorios, hasta que te diste cuenta de que eran hostiles. Y te quedaste en la nueva casa con la nostalgia de los olores extranjeros. Te llevé a una nueva compañera, una hermana, una amiga. Al principio nos costó a todos, pero enseguida te resignaste. Mili solo quería jugar, pero vos no dejaste de verla como una amenaza. Ella te admiraba y todo lo quería hacer como vos. Así aprendió a subir las paredes, a comer atún, a cazar libélulas, a tomar agua de la canilla, a dormir cerquita de nosotros. Y vos creciste, defendiendo lo tuyo. Te hiciste robusto e independiente. Te hiciste orgulloso pero más tierno. Hoy estás lejos porque yo me fui, como hace un año que también nos separamos. Ya nos vamos a volver a ver y a tocar, a frotar nuestras caras y a dormir cerquita. Todo va a salir bien. Mientras en la distancia, mi corazón viaja al tuyo y tu corazón viene al mío, con el corazón de Mili.  



Ne me quitte pas...

No hay comentarios: